Como no hay dos sin tres y todo en el universo trabaja como una maquinaría maravillosamente engrasada, las cosas siempre se suceden como pequeños milagros.
Mi estudio está lleno de cuadernos bitácora, diarios llenos de dibujos de viajes por todos mis mundos, poemas y pensamientos. Desde hace muchos años descubrí que no soy nada si no llevo mi bitácora en el morral caminero, así siempre tengo cerca un cuaderno de hojas por llenar. Pero en estos días planeamos mudanza a nuestra casa-torre y los cuadernos que adornaban las repisas ahora duermen su invierno en cajas que esperan movimiento. Así que bueno, a comprar un cuaderno o a decretar que éste llegue - eso me dije - y así fue.
En este pueblo del bosque del oeste teutón en donde vivo, hay sólo dos librerías que no siempre tienen lo que uno busca.
El que dibuja es esteta por convicción y mi cuaderno no podía ser cualquier cosa. Por lo que me dirigí a una de las librerías en donde sólo encontré cuadernillos rayados y cuadriculados de esos que matan la inspiración de cualquiera. En el segundo lugar me dijeron "no tenemos nada blanco, blanco".
Cuando ya había revisado todo lo que quizá podría suplir mi deseo de papel y belleza, la librera me dijo: "espere, que yo tengo por algún lugar un cuadernillo como el que busca que además está rebajado por ser el último que nos queda."
Me trajó un hermoso cuaderno con tapas de cuero y con muchas páginas en blanco como para dibujar infinitamente. Fui feliz.
Ahora espero el día primero para comenzar la cuenta regresiva.
que quepan en esas cuatro líneas que tiene el blanco, todas las cosas que no caben en este mundo ni en sus espirales líneas que tiene, saludos
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